miércoles, 17 de septiembre de 2008

Fiebre Amarilla

Corría el Carnaval de Cádiz de 2007 entre añoranzas de Carmelo, Juan José y Mágico González cuando, estando sin bigote, greñas ni disfraz, cayó del paraíso de la denigración estas discretas gafas color amarillo chillón.
Entonces San Jerónimo nos encomendó una misión: extender la denigración cual fiebre amarilla allá donde fuéramos, perpetuar la mirada crítica sobre la humanidad, petrificar la memoria de las estatuas. Cádiz era una fiesta. Las negras por el malecón, el hedor a pescaíto frito impregnado en los poros sudorosos, las vacas muuuuuuús haciendo requiebros, bulería bulería...


Jerónimo, el mapa nos espera, el mundo no será suficiente, todas las estatuas serán pocas, pero siempre nos quedará Cádiz.

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